Época: Chavín
Inicio: Año 1200 A. C.
Fin: Año 300 D.C.

Siguientes:
La escultura
El centro ceremonial de Cerro Sechín

(C) Emma Sanchez Montañés



Comentario

A partir de 1800 a. C., fecha de la aparición de la cerámica en el área peruana y que suele tomarse como inicio del periodo Formativo, se consolida el proceso de domesticación de todas las plantas conocidas y de los animales más representativos y se han introducido incluso nuevos cultígenos, con lo que el panorama agrícola se amplía considerablemente. Aunque en la costa no se ha abandonado la captura de peces o la recolección de mariscos, ni en la sierra las prácticas de caza, el maíz se ha convertido en la base de la subsistencia. La peculiar orografía y las condiciones climatológicas del área hacen que desde temprano las prácticas agrícolas se orienten hacia una utilización intensiva de los escasos terrenos y, poco a poco, irán surgiendo sistemas de canalizaciones y acueductos, galerías filtrantes y andenerías, que en épocas sucesivas irán transformando el paisaje e imprimiéndole su particular aspecto. Y es probable que el uso de fertilizantes, tan extendido en fechas más tardías, se inicie también en este momento.
La población ha crecido considerablemente hasta el punto de que casi todos los valles costeños e intermontanos se encuentran habitados, y los asentamientos, en forma de poblados concentrados, se encuentran en estrecha relación con las áreas de cultivo, pero siempre buscando para su edificación suelos no aprovechables. Las faldas de los cerros que rodean los valles son lugares preferentes, apareciendo agrupaciones de 20 ó 30 casas esparcidas irregularmente, hechas de materiales perecederos, pero también de piedras unidas con barro formando cuartos rectangulares o semicirculares.

Las características de los asentamientos hacen pensar ya en la existencia de cierto contingente de población dedicado a tareas no productivas, tales como la religión y el arte. En este sentido es significativa la existencia de grandes centros; seguramente con una función religiosa, que aglutinan y son mantenidos por un número de poblados.

Otra característica del período serán los cambios en la organización social, pasando desde sociedades tribales igualitarias, en las etapas tempranas, hasta la aparición de sofisticadas jefaturas en las etapas tardías, jefaturas que controlarán regiones relativamente amplias y que pondrán un enorme énfasis en una sorprendente funeraria que las condiciones ambientales han permitido que llegue hasta nosotros.

Las cerámicas más antiguas de Perú utilizan un reducido número de formas, dominando los jarros esféricos y los cuencos más o menos profundos, y hay también botellas de estrecho cuello y base convexa. No se utilizan todavía las posibilidades plásticas de la arcilla, derivándose las técnicas de trabajo de las de la cestería. La decoración incisa es la más utilizada, y un defecto común es la cocción irregular que produce manchas en la superficie.

Pero desde el punto de vista del arte nos interesa destacar ahora la existencia de una serie de centros, de probable carácter ceremonial, con una sorprendente escultura que no se repetirá en épocas posteriores.

Tal vez el más importante o al menos el más conocido de todos los centros formativos sea Chavín de Huantar, que se encuentra cerca del pueblo actual del mismo nombre, a 3.135 m sobre el nivel del mar, a la entrada del Callejón de Conchucos, en los flancos orientales de la cordillera Blanca andina. Situado entre dos ríos, sus periódicos desbordamientos han contribuido a la destrucción del yacimiento junto con el hecho de haber servido de cantera desde época prehispánica. Además del sitio principal se encuentra alrededor una serie de lugares en íntimo contacto con el mismo.

Pero el concepto de Chavín desborda con mucho los límites del sitio epónimo y bajo esa denominación se identifica un estilo artístico que se manifiesta fundamentalmente sobre piedra grabada, cornisas, dinteles, losas, obeliscos, que floreció entre 1200 y 300 a. C. Los temas dominantes son una serie de personajes de apariencia más o menos antropomorfa, relacionada con un felino, un jaguar, un ave, águila o halcón, y una serpiente, compuestos formando una especie de lenguaje metafórico, fácil de reconocer pero de no tan fácil interpretación. Este estilo, que también se manifiesta en cerámica elaborada, orfebrería del oro y tejidos de finas telas de algodón, parece ligado a un culto que surgió en los Andes centrales en el último milenio antes de la Era Cristiana.

El propio sitio de Chavín de Huantar debió tener vigencia durante muchos siglos, dado el carácter de sus construcciones que han ido sufriendo una serie de ampliaciones y superposiciones. La construcción más destacada se denomina El Castillo. En ella la estructura más antigua parece ser el Templo Viejo, en forma de U, en torno a un patio rectangular abierto al este. El aspecto exterior es de plataformas macizas, construidas alternando lajas de piedra de diferente tamaño. Cabezas clava de aspecto antropo y zoomorfo se incrustan en los muros. Pero el edificio no es sólido, ya que el interior se encuentra atravesado por una serie de galerías a diferentes alturas que se entrecruzan en una disposición general en forma de E, y conectadas entre sí por una serie de conductos. Los techos se forman con dos losas salientes y una tercera apoyada sobre ambas, y en las paredes se aprecian restos de pintura y enlucido.

Diferentes ampliaciones a lo largo del tiempo se convirtieron en lo que se denomina el Nuevo Templo de forma rectangular con añadidos sucesivos, también en forma de U, y con portadas con motivos escultóricos.